viernes, 29 de junio de 2012

Hace mucho tenía ganas de escribir. No sé si porque tenía ganas de que me leyeran, para que este sitio se renovara con nuevas letras, nuevas historias; tal vez para comunicarme o porque simplemente necesito hacer esta especie de terapia, casi como para hablar/escucharme yo mismo. Si, ya sé que suena en muchas formas un discurso retórico y hasta ególatra, pero aquí apoyo de alguna manera el hecho de querer comunicarme.
Por eso escribo lo primero, para que vean que aunque no aparezca nadie para leer esto en la inmediatez, el registro quedará, a menos que se borre...

Hace unos diez minutos me llamó mi señora para preguntarme por un papel que dejé en la casa y luego de ese asunto, me saludó y me hizo saber cuanto me quiere y desea que este a su lado. Ya pronto salgo de la pega, donde estoy ahora escribiendo.
Yo no sé cuál es su visión/sentimiento/idea de felicidad, pero desde que me enamoré enarbolé el pensamiento de que lo que me hace feliz en la vida es la tranquilidad, las cosas simples. Con unas pocas palabras, sonidos y/o imágenes ver el mundo con su divina belleza. Sé que en muchas ocasiones se pasa por tiempos complicados, de llovizna, frustración, hambre, cansancio, pero así como llueve hoy, luego sale el sol. Y la increíble hermosura del sol no se nota con tanta claridad sino después del período nuboso.

Ya van a ser 9 meses de matrimonio y 2 años desde que conozco a Paulina, mi esposa. Tiempo que hemos estado juntos en las buenas y las malas. Tal vez más malas que buenas, y no lo digo como quejándome o preguntándome por qué. Desde que comenzamos a entablar amistad sentí en mi interior que nuestra relación era más profunda que sólo sonrisitas o bonitas palabras, era algo más grande. No la tarea hecha que anhele en mi período de estudio, sino la vida misma, sus ires y venires. En efecto, no miro en menos las sonrisas ni las bonitas palabras, pues sería como echar por fuera aquello de lo que me encanta en la vida, lo bello en simple; sino que antes de eso tuvimos que ir en rescate de nuestra vida escondida allá atrás. Sí, esos hechos que ni nosotros mismos conocemos o entendemos y menos superado. Aquella parte de traumas, miedos, frustraciones que no nos dejan la libertad de la que nuestro Señor nos da: libertad de nosotros mismos.

La verdad es que es duro confrontar la vida, mucho más cuando piensas que eres más duro que cualquiera o cuando piensas que eres fuerte como una muralla. Lugar/persona con la que van a chocar. No, no soy tan duro. Pido perdón si es que lo he sido y si es que doy esa impresión. En realidad debiera pedir muchos perdones, muchas excusas.
Siempre recuerdo cuando una vez hable a un amigo llamado Hans en forma burlesca acerca de su soltería. Es un hecho que lamento mucho y espero algún día disculparme personalmente con él. Irónicamente recuerdo que hice burla de su condición en un momento en el que yo me sentía muy seguro acompañado de una polola que tuve. Ya no estamos juntos, así que sucedió casi como la ley del karma en este asunto. Igual debo disculparme con aquel hombre porque él siempre se portó muy bien conmigo, no se mereció lo que le dije.

Ahora me tengo que ir, pero continuaré mañana...



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